El mantenimiento del deseo sexual con el paso del tiempo en la pareja
Autora: Ascensión Ramírez Cagigas, agosto, septiembre 2015.
Hablamos que en la fase de enamoramiento el deseo sexual aparece y funciona como motivador fundamental de la relación que comienza. La pareja pasa por etapas o fases en la construcción del vínculo. El principio de una pareja es como un estado de focalización o atención permanente en el ser que ha aparecido de la nada y de pronto lo es todo. Con diferencias individuales importantes, cada persona va saliendo de esa nube para encontrarse con una pareja elevada e irreal, el ideal verdadero objeto del enamorado, de este modo, ocurre el descubrimiento, para muchos el desengaño y dicen algo así: “antes no eras tan protestona”, “has cambiado”, etc. ¿Qué ocurre? Despertamos y observamos a la persona que habíamos disfrazado de ideal y que ahora es como es, realmente nunca fue de otro modo. Sólo nuestra percepción deseosa de encontrar nuestro modelo interno, lo crea, lo incorpora a la persona que nos resulta atractiva y que contiene características biológicas y fisionómicas que se ajustan a nuestro gusto y que coincide con la cultura donde nos hemos criado.
Así, el despertar de la mentira que hemos vivido, es el gran descubrimiento. Sin embargo, nadie nos ha engañado, es nuestro organismo con un complejo mecanismo bioquímico y bioeléctrico el que produce la magia de transformar la rana en princesa y/o el sapo en príncipe. Luego, ya no es ni lo uno ni lo otro. Después, es a quien hemos escogido para hacer un apareamiento biológico con una función natural, prolongar nuestra especie.
Sin ánimo de reduccionismo, observo el deseo manifestado de que el ideal se mantenga y podamos seguir creando al otro para siempre, pero ocurre que nuestras hormonas nos despiertan cuando ya no todo es maravilloso, hermoso y nos produce placer. Entonces la dopamina, neurotransmisor responsable de vías neuronales placenteras y de aprendizaje, se nos viene abajo y se queda sola la noradrenalina alta que nos lleva a la rabia, al enfado y a la decepción. Nos entran ganas de pelear porque el otro o la otra ya no son fuentes de satisfacción, sin darnos cuenta que nunca lo han sido, que todo ha sido una creación de nuestra bioquímica natural.
Entender lo que acontece, es un gran paso para observar cómo los miembros de una pareja se enamoran de lo que imaginan y crean en su mente, y no de la persona. ¿Cómo un desconocido o desconocida pueden ser de pronto lo más importante en la vida? ¿Cómo pasa alguien a ser nuestro familiar más importante en un leve intervalo temporal? Está claro que sin los ríos de química en el organismo nada de ésto sería posible.
Entonces cuando una pareja despierta, cada parte a su ritmo, y empieza a actuar sin tanta abducción irreal, es cuando aparecen las dificultades y los reproches. Y en esta fase de aceptación del enamorado que ya no lo es, vienen múltiples intentos de lucha por volver a ver la creación derivada del embrujo de la naturaleza.
La compresión y abrirse de nuevo a conocer a quien hemos elegido de manera inconsciente y hormonodependiente, es la salida o el final si no se supera. Podemos pelear, enfadarnos, encelarnos, echar en cara, sin por ello conseguir más que aumentar la extrañeza del otro y, por tanto, también la disminución del placer en su cerebro. Vienen entonces las guerras de carácter y de poder, los egos se enfrentan y con frecuencia, jamás aparecen los verdaderos seres humanos. Son apariencias dramáticas y más desesperación,” ¿cuánto me equivoqué?”- podemos lamentar.
En ocasiones, se consigue superar esta fase y se comienza a aceptar al otro, aunque es un proceso de tirones, muy obsesivo y detallado, comportamientos típicos todavía de la primera etapa del deseo mezclada con el amor romántico, tan extendido en nuestra cultura occidental. Continúa la subida hormonal que nos estimula a seguir explorando la relación, la sexualidad y que puede mantenerse siempre con estas idas y venidas. Cuando, por fin, se acepta al otro pueden favorecerse experiencias infinitas duales y, entre ellas por supuesto ampliar la capacidad sexual de los amantes.
Si por el contrario, en vez de acabarse la relación que sería lo adecuado cuando la aceptación no es posible, la pareja entra en un espacio acomodaticio de confort, aparecen los ensayos de separación con aspecto de individuación y las prácticas de no hacer nada por mantener la chispa sexual. El interés en el otro y los intentos de acercamiento sexual se van frustrando de muchas maneras, la ayuda de la química natural no está como antes y es más complicado rendirse a sentir, a veces agravado por la fase de crianza de los hijos. El abandono de la curiosidad y el deseo de intimar se favorecen hoy en día tanto en mujeres como en hombres.
¿Qué hacer entonces?
Una propuesta que me atrevo a exponer, es un modelado de nuestro sistema hormonal. En este momento en que la fase en la pareja transita por la búsqueda del amor y de atracción, los lazos afectivos son influenciados por la oxitocina y la vasopresina que favorecen la protección y la afectividad, pero ya no está tanto la testosterona presente, así que el deseo sexual es más bajo.
Mi hipótesis está basada en la capacidad de inversión que tiene el cuerpo en la expresión emocional, es decir si un momento divertido produce sonrisa, también la sonrisa puede producir el efecto de agrado en el cerebro y una sensación positiva emocional. Favorecer, de este modo, el deseo usando los mismos canales emocionales de expresión en direcciones de ida y vuelta.
Sospecho que la subida de testosterona en las relaciones de pareja duraderas pueden mejorar su vida sexual, también la subida de dopamina en los hombres y mantener bajo control estricto la insatisfacción relacionada con la noradrenalina alta que se produce siempre en una relación vincular. Éste fenómeno que unido a la presencia de dopamina en el cerebro, aumenta el placer pero cuando ésta baja , aparece la frustración, el enfado, el odio, la cólera o la ira asociados a la permanencia de noradrenalina sin el apoyo de la dopamina.
El trabajo terapéutico a descubrir sería, según esa hipótesis, a base de realizar gestos físicos que favorezcan el aumento de las hormonas que unen y la disminución de las acciones que separan. En otras palabras, trabajar con la tolerancia a la frustración de la expectativa de “lo que el otro tiene que darme”, mejorando la paciencia, mirándose a uno mismo, sabiendo que el otro no es la fuente del placer y no está para satisfacernos. Por tanto, trabajando día a día con la voz suave, y observando atentos la exigencia propia y la que ejercemos sobre la pareja.
Los gestos a trabajar serían la regulación de la voz, prácticas de tacto, caricia y abrazo, sostenes y soportes, equilibrados corporales, acompasamiento de la respiración en cercanía. Además, erotización de miradas y expresiones verbales, haciendo juegos diversos, centrar energía de atracción y trabajar en la unión, no en la fusión, pero sin llegar para nada a la separación. Como dice Fina Sanz, en su modelo de vínculos afectivos, en nuestra sociedad los hombres tienden a la separación y las mujeres a la fusión, y buscamos lo contrario de lo que pretendemos que es la pareja con sus miembros intersectados en algo común, en un modelo nuevo de interdependencia y libertad suficiente para estar a gusto a pesar de los años. El deseo sexual y la práctica de la intimidad es fundamental para la salud de las parejas, así que es muy importante mantener el goce como un refuerzo de unión entre dos personas que así lo deciden.
Salir, por tanto, de ese individualismo influido por el hábito y disfrazado de dejadez, es básico, para poder seguir descubriendo lo más hermoso en la relación de amor y de placer entre dos seres humanos que se atraen todo el tiempo, sin perder ni un espacio que no sea para la expresión de desear y ser deseado en la corporalidad unida.
Cuando las parejas no encuentran la manera por sí mismas de hacer posible lo descrito, es el momento de hacer psicoterapia que incluya no solo los protocolos verbales y cognitivos, sino también que incorpore la vivencia y el cuerpo para hacer verdaderas grabaciones desde la piel a los centros más emocionales. En esta consulta sanitaria, puedo ayudaros a conseguir entenderos y dar la importancia que tiene a la unión sexual dentro de la perdurabilidad de la pareja humana, de manera sencilla y progresiva.